Desde Panadería Buera, queremos agradecerle a Ángel Huguet el reportaje que nos ha dedicado hoy en el Diario del Altoaragón: ¡muchas gracias por las líneas y las fotos que nos habéis dedicado!
Si no lo habéis leído, lo reproducimos aquí:
El pan
nuestro de cada día...de 60 años en Barbastro
Panadería
Buera cumple 60 años con sus antiguos hornos y moderna variedad
Ángel HUGUET
BARBASTRO.-
Panadería Buera ha cumplido 60 años desde que Mariano Buera y su esposa Joaquina
Castillón abrieron las puertas del establecimiento en el antiguo Barrio Nuevo
de Barbastro calle Antonio Machado- tras solicitar el traslado de licencia en Huerto.
La
Delegación Provincial de Industria de Huesca autorizó la puesta en marcha de la
nueva panadería porque la instalación “se ajusta a los términos de la
autorización concedida”.
En
aquellos años, dotada de un horno para 130 panes de 1 kilo, amasadora de 200
kilos con electromotor de 2 HP y los útiles manuales necesarios.
El
documento oficial, escrito a máquina, está en el despacho de pan a la vista de
la clientela, enmarcado con la fotografía del matrimonio fundador de la
panadería. Ana Mari, su hija, ofrece este testimonio como muestra de
agradecimiento a sus padres.
La
tradición familiar del oficio se inició con los abuelos, en Pozán de Vero,
Bierge, Huerto y Barbastro. En la actualidad, las panaderías Sierra y Buera son
las únicas que conservan la antigüedad de marca familiar por relevo generacional.
En la historia local, hay más referencias pero pasaron a otras manos.
La
fidelidad de la clientela ha sido referencia constante en seis décadas de
buenos oficios heredados desde hace tres generaciones de la familia, “el
abuelo, mi padre y mi marido han sido panaderos”, explica Ana Mari Buera.
El interés
familiar por venir a Barbastro fue decisivo, “desde Huerto se informaron mis padres
del traspaso de una panadería pero el precio les pareció excesivo y optaron por
comprar el solar para construir la casa, rodeada de huertas, casi en los
exteriores”. En la ciudad había “varias panaderías, entre ellas Pardina, Guillén,
Arnal, Sierra, Puyuelo, Fermín en la plaza del Mercado... Un año tardaron en
autorizarle
la
apertura desde noviembre de 1952 a abril de 1953”.
Los
comienzos fueron “duros” para el matrimonio, “los dos trabajaron a tope con 34
años y lo primero que se les ocurrió fue la venta del pan en las tiendas porque
en la zona apenas había vecinos, entre las casas, la Textil, el Matadero y el
Instituto Laboral”.
La
posibilidad de suministro en el cuartel General Ricardos “a pliego abierto” se
antojó complicada, “casi siempre lo sacaba el mismo panadero hasta que un día
mi padre contrató los servicios de un gestor que le aconsejó de cara a la puja”.
Ana Mari
recuerda que su padre ganó la puja “por buenos consejos y mucha habilidad” y
después le trataron “de casi todo pero se salió con la suya con poderes notariales”.
El suministro al Regimiento fue “buena inyección económica durante años, además
de los alumnos del Instituto que eran consumidores habituales de tortas caseras”.
El paso
siguiente fue la ampliación de panadería a repostería, “nos costó mucho pero mi
marido –Arturo Morancho- tenía experiencia en el oficio desde que comenzó en la
panadería Jacinta, en Campo, y siguió por Benasque, Lannemezan, Saint Lary y
Barbastro, donde vino por la mili y se quedó”.
La
profesión se amplió con nuevos conocimientos “en numerosos cursos de panadería
y poco a poco dejamos el suministro al cuartel e incorporamos la heladería como
novedad”.
Pioneros e
innovadores
Ana Mari
destaca la variedad del negocio, “hemos sido pioneros de muchos tipos de pan,
entre ellos los de multicereales pero nos adelantamos a los tiempos y no
cuajaron”.
En sesenta
años de oficio, “los más característicos son pastillos, farinosos, madalenas a
peso, bizcocho y con el paso del tiempo, hemos incorporado otros como los cruasanes,
brazos de gitano y tartas que disfrutan de buena fama”. En el recuerdo, señala
que “aguantar el tipo durante 60 años ha sido difícil porque ha habido crisis
siempre. En mi etapa escolar cuando hacía el balance de cuentas, había meses
que quedaban 500 pesetas y otros ni siquiera se ganaba dinero”.
De todas
maneras, “una crisis como la actual no la recuerdo en mi vida. Ha habido muchas
variaciones en el consumo y la competencia es fuerte, tendrías que bajar
calidad pero ya no serías
la misma
marca. Los negocios se mantienen por seriedad y coherencia”.
La
fidelidad sigue entre los clientes “mayores” y menos por parte de los jóvenes “porque
les da igual donde compran. El pan común es nuestro fundamento básico”.
La dureza
de los horarios se mantiene, “desde las doce de la noche hasta las nueve de la
mañana” explica Arturo que aprendió el oficio a los 13 años en su pueblo,
Campo. Más de medio siglo de oficio “durísimo porque ha habido días hasta de 26
horas seguidas”.
Aun así, “este
trabajo me ha gustado siempre aunque a estas alturas no se tiene la misma
voluntad porque los años se notan.
La panadería
seguirá en manos de mi hija Ana Mari, mientras estemos aquí y María Jesús –Feixa
nos ayude”.
Reciclaje
cerca de los hornos
Respecto a
la clientela (suspiros aparte), Ana Mari dice que “no es diferente a otras
ciudades pero, a veces, tienen que descubrir que en Barbastro tenemos productos
de la misma calidad que fuera. Los salados, por ejemplo, son una muestra”.
El
reciclaje ha sido norma, “las visitas anuales a ferias especializadas han sido
habituales y hemos aprendido cosas nuevas que incorporamos al negocio, entre
ellos la empanada gallega.
Además,
hemos inventado muchas cosas”.
La
heladería, el pan ecológico y otros conforman parte de los productos que se
cuecen a diario en dos hornos con antigüedades de 40 y 60 años. En el mismo espacio
donde los padres de Ana Mari y Mariano Buera pasaron noches de trabajo “codo a
codo, cantando y contentos, en especial mi madre”.
Panadería Buera
calle Antonio Machado,7
22300 Barbastro (Huesca)
Tel: 974 31 03 40
Mail: panaderiabuera@gmail.com
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